Testimonios

JERONIMO LOPEZ MOZO

Jerónimo López Mozo

España

Dramaturgo, Premio Nacional de Teatro. Directivo de la Asociación de Autores de Teatro de España. Colaborador del CELCIT hasta su fallecimiento el 19 de junio de 2024.

LUIS MOLINA, UNA LARGA ANDADURA

Un espacio para Don Quijote

En Almagro, en su actual residencia, esa casa que está en la antigua carretera de Bolaños, pasada la estación de ferrocarril, Luis Molina ha reservado un espacio a Don Quijote. Tiene algo de pequeño museo y de biblioteca. En efecto, abundan los objetos relacionados con el hidalgo manchego y algunas curiosas ediciones de la novela que Cervantes le dedicara.

Algún hueco debería dejar libre Luis –y, si él no lo hiciera, su compañera Elena– para depositar en él un libro que está por escribir. Trataría de las andanzas por España y América Latina del dueño de la casa, Quijote contemporáneo nacido en tierras de Calatrava, no demasiado lejos de la patria chica de su famoso predecesor y que también debió toparse en cualquier camino con alguna compañía de cómicos ambulantes que le hizo tilín, pues se le contagió la afición por el teatro.

El libro que se está escribiendo

La autoría del libro tendría que ser colectiva, no porque hoy no exista entre nosotros un Cervantes que lo escribiera, sino debido a que buena parte de los que podrían hacerlo con solvencia solo conocen fragmentos de la vida de nuestro protagonista, pues dudo que haya alguien que le haya acompañado en todos los tramos de su periplo.

Algo me dice, sin embargo, que ese libro colectivo ya se está escribiendo y que yo soy uno de sus autores, lo cual me agrada, aunque me cuente entre los más modestos. ¿Por qué no habría de ser la suma de las páginas que estamos redactando quienes trabajaron y trabajan con Luis o nos sentimos próximos a él, el libro al que me refiero?

El CELCIT y Luis Molina

Entrando ya en materia, he de decir que supe al mismo tiempo de la existencia del CELCIT y de Luis Molina. Fue en el verano del 80. La ocasión la brindó un encuentro de teatro itinerante organizado por Pepe Monleón y el propio Luis, que llevó a los participantes –españoles y latinoamericanos– por tierras de España.

Del 26 de junio al 6 de julio recorrimos Madrid, El Escorial, Almagro, Sevilla, Cádiz, La Rábida, Mérida y Trujillo. Los debates tuvieron lugar en escenarios tan emblemáticos como:

  • El teatro Martín, de Madrid (hoy desaparecido).
  • El Real Coliseo Carlos III, de El Escorial.
  • El Corral de Comedias, de Almagro.
  • El Salón Regio de la Diputación de Cádiz.
  • El Monasterio de La Rábida.

Fueron debatidas muchas cuestiones sobre las realidades teatrales de los países de habla española. Pero más importante para mí fue conocer a las gentes de teatro que vinieron de la otra orilla del Atlántico. Rescato aquí algunos nombres que guardo con buen recuerdo: José Juan Arrom, Luis Britto, César Campodónico, Kiddio España, Oscar Ciccone, Orlando Rodríguez y Guillermo Ugarte.

Encuentro en Caracas

Un año después, tuvo lugar la continuación de este primer encuentro en el marco del Festival Internacional de Teatro de Caracas. Fue mi primer viaje a América. Allí reencontré a algunos de los colegas que estuvieron en España y conocí a otros nuevos, como Juan Carlos Gené, Carlos José Reyes, Enrique Buenaventura, Manuel Galich, Sergio Arrau y Gilberto Pinto, muchos de ellos fundamentales en el CELCIT.

Tuve ocasión, además, de visitar a Rodolfo Santana y de entablar amistad con un español del exilio, el escritor José Antonio Rial. No he olvidado la Quinta Marisela, en San Bernardino, sede del CELCIT, centro de actividades teatrales y refugio para quienes huían de la persecución de regímenes dictatoriales.

El CELCIT en España

Durante los ocho años siguientes no tuve información directa del CELCIT, pero sí noticias de los viajes de Luis a España. En el Festival de Teatro de Caracas de 1988, el Director General del INAEM anunció su voluntad de apoyar el desarrollo de las relaciones teatrales entre España y América Latina. Luis Molina creyó en la promesa y decidió instalar la sede española del CELCIT en el número 12 de la calle Recoletos, en Madrid.

Un escepticismo justificado

En 1989, en un debate sobre teatro en el Círculo de Bellas Artes, noté que Luis tenía reservas sobre el futuro del proyecto. «Veo en Luis una falta de seguridad sobre cuál va a ser el resultado final de todo esto», dije. Y el tiempo le dio la razón: el respaldo de las instituciones españolas nunca llegó. Luis tuvo que asumir en solitario la tarea de llevar al más reciente hijo del CELCIT a buen puerto.

El esfuerzo y la perseverancia

Alguien podrá censurar que, en un escrito de homenaje, saque a colación estas miserias. Pero taparlas es traicionar la memoria. No es Luis ni el CELCIT quienes salen mal parados, sino quienes se desinteresaron por el proyecto.

Sin apoyo institucional, el CELCIT ha logrado un gran objetivo: crear y mantener vivos espacios de encuentro y diálogo entre los teatristas de ambos lados del Atlántico.

Encuentros memorables

  • En 1992, dramaturgos de ambos lados del Atlántico nos reunimos en el Castillo de Alburquerque para reflexionar sobre el descubrimiento, conquista y colonización de América.
  • En 1996, asistí al Festival de Agüimes en Gran Canaria, un espacio donde se funden las culturas del teatro latinoamericano, europeo y africano.
  • En 1998, participé en los Cursos Internacionales Iberoamericanos en Jarandilla de la Vera.

Homenaje en Aldea del Rey

En 1994, Luis recibió un homenaje en Aldea del Rey, su pueblo natal. Pero no lo hizo para quedarse, sino para seguir adelante. Estos años han venido a completar los veinticinco desde que fundó el CELCIT.

Un futuro por recorrer

Es hora de hacer balance, de hacer un alto en el camino y echar la vista atrás. Pero no por mucho tiempo, porque aún queda trecho por recorrer. Ojalá, pasado algún tiempo, este libro colectivo necesite una segunda parte, como la tuvo El Quijote.

Así pues, como suele decirse, a la orden.

Fotos históricas con Jerónimo López Mozo

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