Testimonios

MAURICIO KARTUN

Mauricio Kartun

Argentina

Uno de los más prestigiosos dramaturgos argentinos contemporáneos.

Un sueño llamado CELCIT

Creo en la utilidad de las instituciones. Pero vivo desconfiando de ellas. Conocí al CELCIT allá por los años ’80 y poco sabía de él. Cuando con los actores de El Clásico Binomio recibimos la invitación para presentarnos en Caracas en el marco de sus Jornadas de Teatro Iberoamericano, confieso que solo nos animó al riesgo la presencia allí —patriarcal y querida— de Juan Carlos Gené. ¿Qué habría detrás de esas siglas? Es tan fácil hacer un sello de goma.

Llegamos a Venezuela en la noche, volviendo de una interminable gira por México, rumbeando ya hacia Buenos Aires, cansados y con ganas de arribar de una vez a casa. Comimos aquella noche con Juan, charlamos mucho y dormimos en aquel hotel al que volveríamos después tantas veces. Todo protocolar hasta ahí.

Un descubrimiento inesperado

Al día siguiente conocimos la casa de San Bernardino. Y fue allí, solamente allí, que entendimos que no se trataba de un sello ni de un invento formal. Fue allí, descubriendo la vieja casa en aquel barrio bravo, esa biblioteca teatral interminable, esas pilas de publicaciones, y ese increíble escenario en el jardín, que comprendimos que el CELCIT se trataba de nada más ni nada menos que de una vulgar, concreta y maravillosa utopía.

Dimos cursos allí, de los que quedaron luego queridos discípulos; actuamos; aprovechamos aquella increíble sala en lo profundo de un estacionamiento; nos divertimos con Juan el chileno, aquel chofer inefable; y quedamos eternamente agradecidos a la calidez y la eficiencia de Elena y de Luis.

El CELCIT, un sueño que crece

Volví varias veces a Caracas y al CELCIT. Y trabajé muchas veces más en sus producciones, y publiqué en sus revistas. Y lo vi crecer luego en mi ciudad.

Creo en la utilidad de las instituciones, pero desconfío de ellas. Quizá sea el CELCIT un ejemplo de dónde la dialéctica se resuelve: la seriedad de una institución, su solidez, depende de que haya sido fundada sobre el terreno más firme que alguien pueda alguna vez consolidar: que haya sido fundada sobre un sueño.

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