Catedrático y Director del Instituto de Artes del Espectáculo «Dr. Raúl H. Castagnino» de la Universidad de Buenos Aires. Fue presidente de la Filial argentina del CELCIT desde su creación en 1977. Investigador y director de escena de prestigio internacional. Fallecido el 24/09/2017.
Cuando me enteré de que el CELCIT festejaría tantos años de existencia –pude haberlo sospechado, puesto que soy presidente de la filial argentina desde que se creó en 1977– me pareció que debía de haber un error, porque mi memoria no reconoce una fecha de iniciación. Me parece imposible que haya habido un tiempo sin CELCIT. Tal vez, entre tantas razones, porque Latinoamérica y sus diferentes áreas de actividad teatral –diseminadas en una geografía tan dilatada, con culturas tan diferentes– siempre necesitaron instituciones que propiciaran la comunicación teatral entre los países y una política cultural comunitaria.
Esto fue precisamente lo que ofreció y logró concretar el CELCIT desde su creación en la década del 70: eventos teatrales, jornadas de estudio, talleres de práctica teatral, representaciones y giras de elencos, publicaciones y gestos de confraternidad (como el abrazo cordial que el CELCIT de Venezuela ofreció a nuestro dramaturgo Andrés Lizarraga cuando debió huir del país bajo la dictadura militar).
Pero aún más: gracias a las relaciones internacionales que, más allá de América, el CELCIT fue ganando por su gravitación en la actividad teatral y cultural, los investigadores nos vimos beneficiados con invitaciones para asistir a congresos y festivales en otros continentes. En 1995 participé en el Festival Internacional de Teatro Experimental de El Cairo, lo que me permitió no solo entrar en contacto con los espectáculos de África y Oriente, sino también visitar por primera vez los monumentos de la antigua civilización egipcia. También asistí al Festival de Tres Continentes de Agüimes, en la Gran Canaria.
Tal como suele ocurrir en los buenos cumpleaños, propongo que una vez más nos unamos los hombres de teatro para saludar afectuosamente al infatigable y visionario Luis Molina, creador del CELCIT, y nos propongamos sostenerlo y colaborar entusiastamente con los animadores de tan significativa e importante institución.