Guardaba las cartas de Gené con la esperanza de que algún día pudiera transformarlas en un hecho creativo… Algún día hare algo con ellas, me decía… a donde voy las llevo conmigo. Pero nunca pude ser objetiva para escribir este merecido homenaje.

Hasta que en Colombia, a punto de irme a España decidimos mi querido y admirado Gerardo Blanco y yo, darle vida teatral a ese cúmulo de palabras amorosas, a veces duras pero reflexivas de Juan Carlos Gene. Comprendí con el paso del tiempo, la delicadeza y rudeza de sus enseñanzas y las acepte todas.

Era la única forma de homenajearlo, quedándome con lo mejor y maravilloso de haber pasado a su lado casi 12 años de mi vida, mucho más tiempo de los que pasé con mis padres. Después de 11 años de tu partida, llego a Almagro, invitada por el Celcit, donde estuviste por última vez en la mágica España, y, todo cobra sentido.

Desde lo más profundo de mis ojos, abiertos y agradecidos, dedico este instante evocativo al mundo como una muestra más de mi agradecimiento y mi infinito amor a ese hombre misterioso, pensativo, profundo y apasionado por las artes como lo fue Gené. Así lo llame siempre, sin tener plena conciencia de que había compartido esos doce años en Caracas, Venezuela, con un ser humano, reflexivo, estimulante del quehacer teatral y que jamás lo llamé y ahora con mayor conciencia y madurez de mi vida, me permito llamarlo con agradecimiento…

¡Gracias, maestro!